ESCULTURA

 

La escultura gótica experimenta una palpable evolución a lo largo de los tres siglos que dura este estilo. Tras una etapa de transición del Románico al Gótico, se alcanza un periodo clásico, en el siglo XIII, caracterizado por un naturalismo idealizado y sereno. En el siglo XIV, adquieren cada vez más relevancia las imágenes de Vírgenes con Niño, que se curvan graciosamente, así como los sepulcros. Durante el siglo XV la escultura es muy realista, los rostros son auténticos retratos; hay un gusto por lo patético; proliferan los retablos de composiciones abigarradas y movidas.

Los  Materiales empleados son  la piedra, pero también se usa la madera, generalmente policromada, el marfil, el metal.

Predomina el naturalismo, pero idealizado. Las figuras se humanizan, buscando el volumen de los cuerpos, el movimiento y la expresión de sentimientos en rostros y actitudes. 

La composición es clara y ordenada, organizándose las portadas en registros separados, pero evoluciona hacia una mayor confusión. El escultor gótico empieza a preocuparse por la profundidad. Todo se representa con gran detallismo.

La Temática sigue siendo fundamentalmente religiosa aunque de más clara interpretación porque el fuerte simbolismo imperante en siglos anteriores se torna  ahora narración. Se mantienen las fuentes iconográficas usadas en el Románico.

Tipología: junto a la escultura monumental, se desarrollan nuevos tipos en el interior de las iglesias: retablos, sepulcros, sillerías de coro, Alcanza gran desarrollo la escultura exenta.